
RD sigue siendo el puente por excelencia para el tráfico de sustancias ilícitas, mientras, las autoridades de lucha contra el flagelo, refuerzan los controles en puntos críticos.
Aunque en la actualidad, las pistas de aterrizaje clandestinas para el trasiego de drogas, han quedado obsoletas, lo cierto es que una serie de medidas adoptadas por las autoridades antidrogas en el país han logrado el objetivo de, por lo menos no eliminarlas por completo, pero sí reducir su cantidad al mínimo, durante la última década, por lo que cada día surgen nuevos métodos para el transporte de estas sustancias prohibidas.
La compra de los famosos aviones Tucano, que provocó uno de los primeros escándalos de corrupción gubernamental en el país, hoy constituyen un pilar contra la lucha antinarcóticos a nivel aéreo, al punto de que se han implementado nuevas estrategias y programación para ingresar la droga y su posterior exportación a los destinos finales.
Las tretas son otras en este siglo XXI. A principios de las décadas 80 y 90, la sociedad dominicana se ve conmocionada con la explosión e introducción de una sustancia que provocaba conductas extrañas. Fue la época en la que la cocaína entró al mercado de sustancias ilícitas.
Proveniente de Colombia, la cocaína inundó al país, pero básicamente para el trasiego hacia los principales puntos de consumo internacional. Estados Unidos y buena parte de Europa.
La situación geográfica privilegiada de la isla completa, la hizo presa del desenfreno sin control de los grandes grupos de narcotraficantes, localizados en ese momento en Colombia, con Pablo Escobar Gaviria, liderando en ese momento el todopoderoso Cartel de Medellín y los hermanos Rodríguez Orejuela –Gilberto y Miguel–, José Santacruz Londoño y Hélmer Herrera Buitrago, que controlaban la costa caribeña de este país sudamericano, con el denominado Cartel de Cali.
La Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la oscura trama del narcotráfico internacional
Según el estudio titulado “El narcotráfico en Colombia, pioneros y capos”, realizado el 22 de octubre de 2024, por los investigadores Adolfo León Atehortúa Cruz, historiador y académico colombiano y Diana Marcela Rojas Rivera, profesora universitaria colombiana especializada en estudios internacionales, la historia se inicia durante la guerra de Indochina, desde 1946 al1954.
El sudeste asiático se constituye en la punta de lanza para que Estados Unidos inicie una guerra sin cuartel contra el “comunismo”, es la etapa del final de la segunda guerra mundial y el comienzo de la guerra fría y la amenaza de guerra nuclear, lo que incluyó un programa para acaparar el mercado del opio durante esta cruenta guerra por el poder mundial y la mejor manera fue, “controlar el mercado o ruta del opio”.
Pero el mismo truco contra el comunismo es el motivo que lleva a Estados Unidos a la segunda intervención colonialista en el Caribe. República Dominicana es el foco de atención del entonces presidente Lyndon Bird Johnson, en 1965.

La ruta del opio ya estaba establecida gracias a esta agencia de inteligencia internacional y nuestro país se convierte en un experimento hacia el destino final de la guerra de Vietnam. Pero la situación no le fue fácil a la gran nación del Norte, incluyendo el consumo de marihuana, droga que fue introducida por los soldados interventores, gracias a las gestiones de esta agencia.
Y es a partir de este momento, 1966, que se inicia el camino del territorio nacional como parte de un plan bien estructurado de parte de la CIA. Y la marihuana llegó al país por este conducto, más tarde ingresan las demás, y así se convierte el país en el puente por excelencia para el narcotráfico.
República Dominicana, punta del iceberg del narcotráfico internacional
Pero el proyecto se les fue de las manos. El surgimiento de nuevos focos de guerrillas en toda América Latina y la intervención a cada paso de la agencia de inteligencia norteamericana, en plena guerra fría, obliga al nuevo jefe de la institución, William Collins, “el hombre de mirada dura, fría y gris, como su traje”, así lo definió la extraordinaria periodista italiana Oriana Fallaci, en una de sus “Entrevistas con la Historia”.
Buscando la fórmula para terminar con los movimientos guerrilleros latinos que surgían como el comején, en todas partes y países con dictaduras prohijadas y financiadas por el gobierno estadounidense, se inicia la etapa del descubrimiento de una nueva ruta para el trasiego y consumo de drogas hacia Estados Unidos. ¡República Dominicana!
Este país, situado en el mismo centro del Caribe insular, se inserta, de golpe y porrazo en el oscuro mundo del narcotráfico, y se mantiene como el país estratégico puente, auspiciado por la CIA, y así arranca una nueva trayectoria para el camino de la cocaína.
Así lo describen los autores del estudio “El narcotráfico en Colombia. Pioneros y capos”. Pero esta vez la mira está puesta en los movimientos guerrilleros, lo mismo que sucedió con la ruta del opio en Indochina, las estrategias cambian, pero al final, la meta es la misma.
Estamos en plena mitad de la década del 70. La convulsión política en América Latina llega al máximo y amenaza los intereses económicos norteamericanos, por lo que los jefes de la CIA se proponen establecer lazos con los principales productores de las hojas de coca y financian los laboratorios escondidos en el corazón de la selva amazónica colombiana. Surgen los carteles y la cocaína se convierte en la protagonista de la escena del tráfico internacional de drogas.
Comienzan a aparecer cargamentos de la sustancia en lugares increíbles. Lomas, montañas, en medio de vegetación tupida y las autoridades siempre encuentran los rastros de pistas de aterrizaje improvisadas. Ya en 1988, la situación estaba cobrando ribetes de exageración, y de esta manera se crea la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), mediante la Ley 50-88 sobre drogas y sustancias controladas, del 30 de mayo del 1988.
Movimientos insurgente y guerra de guerrillas. El inicio de los carteles y las rutas del tráfico de drogas
Ante la situación de inestabilidad existente en la región en esos momentos, la CIA diseña un plan, establecer rutas fijas para el transporte de la coca cultivada en Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador, desde tiempos ancestrales, aprovechando los laboratorios clandestinos que habían instalado grupos desafectos en medio de la selva amazónica, que circunda estos países y se inicia la ruta del narcotráfico por el Caribe.
Para establecer los puntos de acopio y destino final, se inicia un estudio exhaustivo de parte de la agencia de inteligencia y se determina que República Dominicana es el país ideal para el trasiego y transporte de esta sustancia hacia Estados Unidos y otros países, que ya tenían una cultura de consumo a partir de la marihuana, el ácido lisérgico dietilamida (LSD) y los hongos alucinógenos, que iniciaron la cultura del consumo de drogas letales en Estados Unidos.
RD puente para el narcotráfico. Nacen las pistas de aterrizaje clandestinas
Según explicó una fuente de la DNCD a Panorama, la existencia de estas pistas de aterrizaje, constituyeron el eje para el depósito, guarda y trasiego de estupefacientes provenientes desde Sudamérica al territorio nacional, “mediante avionetas pequeñas aeronaves, que llegaban, depositaban y volvían al país de origen, entre 1990 y 2009, se habían encontrado más de 117 de estas pistas, la mayoría localizadas en las zonas montañosas de Bahoruco, San Juan de la Maguana, siempre en terrenos privados, fincas, grandes áreas de sembrados”.
También en lugares llanos como “las playas de Azua, Baní, Barahona, Pedernales y en menor medida San Cristóbal, por el tipo de costa irregular que bordea a esta provincia, así como en áreas turísticas del este del país, constituyen los lugares perfectos para la construcción de este tipo de puerto aéreo, que puede ser desmantelado en pocas horas, debido a las pequeñas dimensiones de las aeronaves que transportan la droga”, siempre de acuerdo a la fuente.
La situación llegó a un punto tal, que el entonces presidente de la República Dominicana, Leonel Fernández Reyna, a sugerencia de asesores militares y antinarcóticos, decidió ordenar un proceso de licitación para la adquisición de una flotilla de aeronaves, para patrullar el espacio aéreo dominicano. Los super Tucano, construidos por la empresa brasileña Embraer, son “hoy por hoy, uno de los más poderosos instrumentos para la detección y vigilancia contra el narcotráfico, razón por la que las pistas de aterrizaje han disminuido a su mínima expresión”, argumenta el oficial consultado.
Nuevas rutas y nuevos métodos
Los nuevos modelos de ruta y transporte han variado, luego del fortalecimiento del espacio aéreo nacional, y, aunque siempre se han utilizado, las lanchas rápidas son ahora el modelo ideal para el transporte, pero no desde los puntos de origen, “sino para recoger las cargas que se depositan en la frontera marítima dominicana por pequeños submarinos procedentes de Colombia, Venezuela, México y buena parte de Centroamérica”, refiere una fuente de la Dirección Nacional de Investigaciones (DNI), consultada por Panorama.
“El 12 de septiembre de 2024, las autoridades británicas informaron que el buque de la Real Armada Británica HMS Trent interceptó y decomisó 2 toneladas de cocaína de una lancha y un semi sumergible el 26 de agosto en el mar Caribe, al sur de República Dominicana. La operación, realizada en colaboración con las autoridades estadounidenses, también dio como resultado la detención de 11 personas. Este incidente marca un hito para las autoridades del Reino Unido, ya que es la primera vez que incautan una embarcación ilegal de estas características”, indica una publicación de InSight Crime, medio de comunicación sin fines de lucro “que busca profundizar y enriquecer el debate sobre el crimen organizado y la seguridad ciudadana en América Latina y el Caribe”.
“La cantidad de mercancía que entra y sale por los principales puertos marítimos, es otra de las nuevas rutas escogidas por el narcotráfico internacional para el desplazamiento de grandes cantidades de droga, ya no solo es cocaína, a esto se suma el fentanilo, heroína y otros fármacos utilizados para potenciar y fabricar otras drogas sintéticas”, refiere la fuente de la DNCD.
Otro de los puntos vulnerables para la entrada de drogas al país es la frontera terrestre con Haití, por lo que considera que los puntos de entrada y revisión deben ser reforzados, “ya que la delincuencia internacional tiene logística y servicios de inteligencia que superan los de muchos países del área para detectar y determinar los puntos débiles para la entrada de sustancias ilícitas por cualquier medio que sea a nuestro territorio”.
Es una lucha de titanes, y durante la última etapa, el titular de la DNCD, vicealmirante José Manuel Cabrera Ulloa, ha venido realizando una labor encomiable al frente del organismo. Como parte del cuerpo profesional de la Armada Dominicana, este oficial, se ha embarcado en la persecución sin cuartel de este crimen internacional, logrando lo que nunca antes se había hecho, la cantidad de drogas incautadas desde su arribo a la institución antinarcóticos, lo demuestran.
Según datos oficiales publicados en la página web de la DNCD, el pasado año 2024, la entidad decomisó 44, 348 kilogramos (44.3 toneladas) de distintas drogas, constituyendo la mayor proporción la cocaína, con
37 mil 714 kilogramos, seguido por 6 mil, 377 kilos de marihuana, así como miles de gramos de crack, hachís, heroína, tusi, metanfetaminas y cientos de pastillas de éxtasis, entre otras sustancias. En dichos operativos fueron apresadas 49 mil, 073 personas, 90 por ciento dominicanos y el resto extranjeros.