
Miembros de la Liga de Vitilla dominicana en Nueva York. (ROSARIO DEL VALLE)
La comunidad dominicana se reúne para dar inicio a la segunda temporada de la Liga de Vitilla en Estados Unidos
Después de reclutar jugadores por cuatro meses y recaudar mil dólares en Nueva York, Kevin Reyes fundó la primera liga de vitilla en Estados Unidos. Dos años después de su creación, el deporte autóctono de República Dominicana inició el pasado domingo 11 de mayo la segunda temporada oficial en la cancha de Marble Hill, en el Bronx.
Unos 70 jugadores, en su mayoría dominicanos, se reunieron por cinco horas para dar inicio al evento que tendrá lugar hasta finales de julio. Diez equipos, seis compuestos por adultos y cuatro por jóvenes, se enfrentaron en el juego con algunos partidos más acalorados que otros en un día soleado. También compartieron pollo frito provisto por la organización.
El juego es una variación del béisbol y, en su mayoría, es prácticamente lo mismo, excepto que es jugado en la mitad de la calle en vez de un campo de hierba con modestos elementos caseros como sustitutos de las pelotas de béisbol y los costosos bates de madera.
- En la vitilla, dos equipos de cinco jugadores compiten por hasta 30 minutos tratando de anotar la mayor cantidad de curvas cuando su equipo está bateando. Recorren tres bases en lugar de cuatro, y las tapas de botella (también conocidas como las “vitillas”) aumentan la dificultad de los elementos de lanzamiento y bateo, ya que es considerablemente más difícil batear un tapón del tamaño de una galleta óreo que el de una pelota de béisbol.
Todo comenzó después de que Reyes, tras un intento fallido de realizar un torneo de vitilla en Santo Domingo, trajera de vuelta a Nueva York todo el material comprado sin usar y decidiera venderlo a sus amigos.
La vitilla es un artículo que no se encuentra en tiendas especializadas de artículos deportivos en Estados Unidos, ni mucho menos en lugares tradicionales, por lo tanto, tenerlas es bastante raro para quienes practican este deporte.
Cuando Kevin Reyes publicó en sus redes sociales que tenía vitillas a la venta, las reacciones fueron inmediatas. “Me emocioné y le escribí porque me recordó todo lo que yo jugaba de pequeño”, recuerda Emmanuel Florentino, ahora vicepresidente de la liga.
Con la gran cantidad de respuestas recibidas, Reyes decidió organizar una práctica de un día frente al estadio de los Yankees, en el Bronx. Aquel entrenamiento fue decisivo porque además de que llegaron los amigos de quienes fundaron la liga –Reyes, Florentino y Magin Domingo– aparecieron jugadores desconocidos gracias a las publicaciones en redes sociales.
En un mes pasaron de 25 a 40 jugadores y se sumaron equipos de Providence, Rhode Island, y otro de Pensilvania. Tras meses de entrenamientos casuales, el primer torneo se celebró el 11 de septiembre de 2023 en Van Cortlandt Park, en el Bronx, donde los organizadores se dieron cuenta del creciente interés por el deporte y decidieron iniciar la primera temporada oficial para 2024.
Cada equipo eligió un capitán y diseñó sus uniformes de juego. Se formaron siete equipos: Dominican Squad, Vitillari, Team Thunder, Tigres del Bronx, Alcones, Titanes de Astoria y Los Virales. Unos 90 jugadores no profesionales, entrenaron todos los martes y jueves, además de jugar partidos cada domingo. La temporada concluyó con Los Virales como vencedores.
En esta temporada, con la inclusión de cuatro grupos de jóvenes, hubo cambios en los equipos. Los Virales, Titanes de Astoria, Tigres del Bronx y Team Thunder se mantuvieron, a la vez que se agregaron Los Elegidos y Los Dragones.
- Para los jugadores, como Frainy Silverio, jugar a la vitilla los conecta directamente con su tierra natal. “Me conecta, me lleva a mi niñez, me hace recordar todo los momentos bonitos”, dice Silverio, quien ha jugado a la vitilla desde que tenía 15 años en República Dominicana, así que cada vez que lanza, dice sentirse conectado a sus raíces.
La vitilla
La obsesión por el béisbol de las grandes ligas es común entre los jóvenes de República Dominicana, pero la mayoría de los niños de los sectores marginados carecen de acceso a equipos de béisbol.
Un equipamiento inicial de guantes, cascos, pelota de béisbol y bates puede costar hasta RD$15,000, un poco más de 230 dólares. Así que, en la década de 1970, en los barrios de Villa Consuelo, Cristo Rey y Villa Juana, los niños crearon su propia versión del juego.
La vitilla se convirtió rápidamente en el primo popular y barato del béisbol. Sus costes iniciales al principio: 0. Cualquier cosa que se pudiera encontrar entre la casa y la calle servía para jugar, desde cabezas de muñecas con calcetines envueltos hasta el uso de escobas para batear. Incluso hoy en día un paquete inicial que incluye 10 vitillas y un bate, puede adquirirse por RD$700,00, menos de 12 dólares.
Fue en esa búsqueda del elemento perfecto de “pitcheo” cuando los niños encontraron las tapas de botella de agua de 5 galones producidas por Agua Crystal, una empresa que comenzó a comercializarse en 1966, y adoptaron ese elemento para jugar -el mismo que se utiliza en la actualidad-.
En sus comienzos y, dado que sólo los hospitales, los barrios acomodados y los hoteles consumían agua embotellada, los largos paseos en busca de las tapas se convirtieron en parte de la rutina del jugador.
Además usaban otros métodos para conseguir las tapas acercándose a los camiones que distribuían los botellones, pidiendo los tapones a los conductores o incluso subiéndose sin permiso para quitar las tapas. “Era como encontrar oro”, dice Adalberto García, fundador de Beteyah, una empresa de vitillas con sede en Florida, Estados Unidos.
A principios de los noventa, la empresa de agua decidió cambiar las tapas de las botellas debido al alboroto y los robos, y optó por un diseño más ligero. Los jugadores de vitilla notaron el cambio enseguida, y pasaron algunos años hasta que los fabricantes locales empezaron a producirlas para su venta en 1995.
La vitilla siguió siendo una actividad lúdica recreativa hasta 2008, cuando tuvo lugar su primera partida organizada patrocinada gracias a Red Bull, empresa de bebidas energéticas, que organizó el primer torneo patrocinado en Santo Domingo. “Ahí la cosa empezó a coger otro oído porque ya hubo premios”, dice García.
Tras el enorme éxito del campeonato, la idea de crear una liga formal dentro de la República Dominicana era inminente. Liderada por Magin Domingo, fundador y primer presidente de la Liga Dominicana de Vitilla en República Dominicana y cofundador de su homóloga en Estados Unidos, esta liga se creó en 2015 para estandarizar el juego, y con el objetivo de convertir a la vitilla en un deporte nacional.
En Dominicana, según afirma Domingo, la aceptación de los jugadores fue unánime y explica que entonces “había una fe de que íbamos a llegar a donde estamos hoy”.
Hace 10 años, la liga contaba con ocho equipos, repartidos por todo Santo Domingo; ahora, 18 equipos han competido en las tres últimas temporadas, con una media de 10 jugadores por equipo.
Los líderes en Estados Unidos, por su parte, se enfrentan a numerosos desafíos de financiamiento y para tener un lugar establecido de entrenamiento. Para el presidente y fundador Kevin Reyes, este juego callejero debe seguir enseñándose “cueste lo que cueste” para evitar su extinción.
- En abril de 2024, el alcalde de Nueva York, Eric Adams, entregó a la liga un certificado de reconocimiento como “deporte amado en esa vibrante nación caribeña y su diáspora”.
El documento reconoce la Liga Dominicana de Vitilla como un deporte que proporciona oportunidades “para jugar a este deporte tradicional y honrar su herencia compartida”.
Han tocado muchas puertas solicitando apoyo para tener un espacio de entrenamiento adecuado, en el cual han conversado con la vicealcaldesa de iniciativas estratégicas de la ciudad de Nueva York, Ana Almanzar, y el Departamento de Transportes de la ciudad que los ha apoyado cerrando calles para torneos de un día.
El último encuentro previo a la temporada fue el pasado 26 de abril donde, a pesar de la lluvia, más de 200 personas compartieron con los jugadores en 181th St y Saint Nicholas, en el corazón de Washington Heights, Nueva York.
“Que sea Dios el que decida cómo nos vaya: bien o mal”, dice Reyes sobre el futuro del juego que, esperan, se convierta en deporte.
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