
Timothy Rooks
El dólar estadounidense es la moneda más importante del mundo. Pero Donald Trump considera que la fortaleza del billete verde es una de las causas del déficit comercial y un obstáculo para la revolución manufacturera.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, parece convencido de que la fortaleza actual del dólar está frenando la industria estadounidense. En su opinión, Estados Unidos necesita un dólar más débil para impulsar las exportaciones, recuperar el empleo en el sector manufacturero y ayudar a reducir el enorme déficit comercial del país.
David Lubin explica que un dólar fuerte significa que es relativamente barato comprar otras divisas, mientras que un dólar débil significa que es más caro adquirirlas. El investigador senior del think tank londinense Chatham House dijo a DW que “todo es cuestión de tipos de cambio”: “Cuando el dólar es fuerte, las importaciones estadounidenses aumentan porque los bienes extranjeros se abaratan en relación con los de producción nacional”. Al mismo tiempo, las exportaciones estadounidenses caen porque se encarecen, añadió.
¿Cuánto poder tiene el presidente de EE. UU.?
Sin embargo, controlar el tipo de cambio del dólar es sumamente complicado y, en su mayor parte, está fuera del alcance de cualquier presidente El valor del dólar viene determinado por un enorme mercado mundial de divisas, y no por el presidente o el gobierno estadounidense, afirma Lubin.
Anthony Abrahamian, estratega de inversiones del banco de inversión estadounidense Rothschild & Co Wealth Management, sostiene que parte de la razón por la que el dólar se ha mantenido fuerte durante la última década ha sido el “mayor crecimiento económico” de Estados Unidos en comparación con otros países industrializados.
Al mismo tiempo, el déficit comercial de EE. UU. parece ser sobre todo una “función de la demanda relativa”, dijo Abrahamian a DW. “El consumidor estadounidense es el cliente número uno del mundo”, afirmó.

¿Cuánto poder tiene el Gobierno estadounidense?
No obstante, el Gobierno estadounidense dispone de varias palancas para controlar el dólar y la economía en general. La más directa es la Reserva Federal, que puede recortar los tipos de interés. Oficialmente, el presidente tiene poco que decir aquí, pero en el pasado Trump no ha tenido reparos en intimidar al jefe del banco central.
Con más dólares en el mercado, la divisa verde debería bajar de valor. Lubin sostiene que Trump también podría debilitar el dólar haciendo al país ”menos atractivo como destino de inversión”.Sin embargo, esta es una ”peligrosa espada de doble filo y altamente impredecible”, aunque es probable que ya haya ocurrido en las últimas semanas.

Una caja de herramientas financiera
Otra opción es que Estados Unidos convenza -u obligue- a otros países a vender sus dólares por otras divisas. Existe un precedente: el “Acuerdo Plaza”, llamado así por el hotel de Nueva York donde se firmó en 1985. Este acuerdo único reunió a Reino Unido, Japón, Alemania Occidental, Francia y Estados Unidos (que presionó a sus colegas) que acordaron vender dólares de forma cooperativa y deliberada, debilitando así al dólar frente a otras divisas importantes.
Ha vuelto a surgir un plan similar y más agresivo para debilitar el dólar estadounidense conocido como el “Acuerdo de Mar-a-Lago”. La idea surgió en noviembre y está siendo impulsada por Stephen Miran, el presidente del Consejo de Asesores Económicos de Trump.
Lubin ve como un acuerdo de este tipo como “improbable”, ya que el principal país al otro lado de la mesa sería China.
¿Qué podría significar un dólar débil para EE. UU.?
Toda esta incertidumbre en torno al dólar deja grandes interrogantes, y cualquier intento de manipulación es susceptible de acarrear consecuencias involuntarias.
Un dólar estadounidense débil puede tener muchos efectos en cadena. Lubin cree que para los hogares estadounidenses los principales riesgos son la inflación, la subida de los precios y el aumento del desempleo.
Y Abrahamian afirma que aunque Trump consiga devaluar el dólar, puede que en realidad no impulse la competitividad estadounidense, ya que los precios “no sólo dependen de los tipos de cambio, sino de aspectos como los costos de producción, la productividad y la calidad”.
(mn/cp)