
Bolsonaro irá a juicio por supuesto intento de golpe de Estado en Brasil.Imagen: Rafael Dalbosco/TheNEWS2/ZUMA Press Wire/picture alliance
Trump y Bolsonaro: “EE.UU. puede aprender mucho de Brasil”
Hace 4 horas
El próximo juicio contra el expresidente de ultraderecha Jair Bolsonaro por intento de golpe de Estado en Brasil, en contraste con la impunidad de Donald Trump en EE. UU., ocupa a la prensa en alemán esta semana.
Desde Berlín, el diario alemán Der Tagesspiegel, recomienda mirar hacia Brasil para combatir el pesimismo que infunden las noticias que llegan a diario desde Estados Unidos:
“Bolsonaro y Trump tienen mucho en común. Son populistas, de ultraderecha y tienen una comprensión autocrática del Estado. Están hermanados en espíritu; sus seguidores los idolatran como a mesías. No por gusto, el exasesor de Trump, Steve Bannon, llamó “Trump tropical” al expresidente de Brasil”, recuerda Der Tagesspiegel.
“Bolsonaro no quiso admitir su derrota electoral frente a Lula da Silva en 2022, como Trump. Incitó a sus seguidores contra las instituciones democráticas de su país, como Trump. Casi exactamente dos años tras el asalto al Capitolio, los ‘bolsonaristas’ irrumpieron en el distrito gubernamental de la capital, Brasilia, el 8 de enero de 2023.
Como Trump, Bolsonaro aún se resiste a asumir su responsabilidad. Pero la Justicia brasileña no le hace favores. Una condena es posible; Bolsonaro podría incluso ir a prisión. La democracia brasileña demuestra su fortaleza por estos días.
Y no es sólo el poder judicial lo que distingue a Brasil de Estados Unidos. El día después del asalto al distrito gubernamental de Brasilia, políticos de todo el país, junto con el presidente Lula y el presidente del Tribunal Constitucional, se plantaron en la misma plaza que los bolsonaristas habían tomado el día anterior.
Querían enviar una señal: independientemente de su filiación partidista, independientemente de la polarización del país, defenderían juntos la democracia. (…) Una señal que se echa de menos en EE. UU., entonces y ahora.”

“Así se hace”
También el Süddeutsche Zeitung, de Múnich, compara:
“Quizás la gran ventaja de Brasil en este momento sea su pasado. Sólo han pasado seis décadas desde que los militares tomaron el poder allí, en abril de 1964. (…) En 1985, tras 21 años, Brasil volvió a la democracia. Y aunque el país descuidó elaborar judicialmente ese pasado, al menos se aseguró de que no se repitiera tan rápidamente: se redactó una nueva Constitución y se le dio al poder judicial una posición destacada como contrapeso y control de la política.
Esto también explica por qué los jueces brasileños han logrado hacer lo que no ha podido el poder judicial estadounidense en los últimos años: responsabilizar a expresidentes (o al actual, en el caso de Estados Unidos) por socavar o querer derribar los cimientos de la democracia. Porque, si bien Donald Trump fue condenado en Estados Unidos, fue por falsificar documentos comerciales. Su papel en el asalto al Capitolio en Washington el 6 de enero de 2021 nunca fue investigado legalmente.
En Brasil, es completamente diferente: el Supremo Tribunal Federal aprobó un auto de procesamiento en el que se acusa al expresidente de ultraderecha Jair Bolsonaro y a media docena de sus exempleados de planear un golpe de Estado. Podría haber un veredicto este año y, si el exjefe de Estado es declarado culpable, podría enfrentar hasta 43 años de prisión. Esto no es algo exagerado, sino un paso importante y correcto. Porque, en Brasil, basta retroceder algunas décadas en la historia para comprender cuán frágiles son incluso las democracias más grandes si no están suficientemente protegidas.”

Bolsonaro “no tiene miedo”
El Frankfurter Allegemeine Zeitung, por su parte, comenta los ánimos con que Bolsonaro y los “bolsonaristas” enfrentan el proceso judicial:
“La narrativa en los círculos más leales a Bolsonaro es clara. Es considerado víctima de persecución política por parte de un presunto poder judicial progubernamental, al que se opone combativamente. El propio Bolsonaro dice que el tribunal quiere condenarlo para impedir su participación en las elecciones presidenciales de 2026. (…)
Pero Bolsonaro ya está impedido de concurrir como candidato. En 2023, el Tribunal Supremo Electoral le prohibió ocupar cargos públicos hasta 2030 por sembrar dudas repetidas y sin pruebas sobre la fiabilidad del sistema electoral brasileño. (…)
La carga de las pruebas es pesada y Bolsonaro tiene pocos aliados en la Corte Suprema. Confía en su peso político. Por un lado, la oposición en el Congreso trabaja en una ley de amnistía para los detenidos tras el 8 de enero, muchos de los cuales recibieron duras penas. Pero los expertos no creen que esto vaya a salvar la cabeza de Bolsonaro.
Su segunda carta son sus seguidores. Bolsonaro ha dicho que no tiene miedo del veredicto. Lo único que teme es la reacción del pueblo. Pero el poder de movilización de Bolsonaro se ha debilitado. Unos días antes del fallo judicial, convocó a una manifestación en Río de Janeiro. En lugar del millón de participantes esperado, acudieron sólo unas pocas decenas de miles.
No obstante, el expresidente sigue siendo considerado uno de los políticos más influyentes de Brasil y el líder más importante de la derecha brasileña (…). Pero la presión sobre Jair Bolsonaro va en aumento. Mientras que una parte de sus seguidores apoya el curso de la confrontación, otras fuerzas piden que se elija un candidato sustituto lo antes posible para no llegar demasiado debilitados a las próximas elecciones.”
(rml/ms)