
El dirigente ruso protagoniza un documental a propósito de los 25 años desde que asumió el control de Rusia, cuyos extractos han comenzado a difundirse en la prensa del país.
El líder ruso, Vladimir Putin, aseguró que su país cuenta con fuerzas suficientes para ganar sin recurrir a armas nucleares la guerra que él mismo lanzó contra Ucrania. Las declaraciones las dio en un documental que será emitido por televisión este domingo (04.05.2025) con motivo del 25 aniversario de su primera investidura como jefe del Estado, que se cumple el próximo 7 de mayo, y cuyos fragmentos ha comenzado a difundir la prensa rusa.
“Nos querían provocar para que cometiésemos errores. Pero no había necesidad de utilizar las armas a las que usted se refirió. Y confío en que no será necesario”, dice el dirigente de 72 años a su interlocutor, que le pregunta por una escalada nuclear. Según Putin, hay “suficientes fuerzas y recursos para llevar a una conclusión lógica lo comenzado en 2022 con el resultado que necesita Rusia“.
En el documental, que será proyectado la noche de este domingo y fue anunciado el pasado viernes por el periodista Pavel Zarubin, uno de los autores de la película, se ve a Putin sentado junto a un retrato del zar Alejandro III, un conservador que dirigió Rusia en el siglo XIX y que reprimió la disidencia. El documental propagandístico se titula “Rusia, Kremlin, Putin, 25 años”.
Respira el mismo aire
La primera investidura de Putin como presidente de Rusia tuvo lugar el 7 de mayo de 2000 tras ganar, con el 52,94 por ciento de los votos, las elecciones presidenciales anticipadas de marzo de ese mismo año a las que concurrió como presidente en funciones tras la dimisión de Boris Yeltsin, su antecesor.
Desde entonces, con la excepción de la de 2008, cuando Dmitri Medvedev, su delfín, asumió la Presidencia para un período de cuatro años, Putin, que reprime a la oposición y a la prensa, ha sumado otras cuatro investiduras gracias a las modificaciones a la Constitución, que inicialmente permitía solamente el ejercicio de dos mandatos presidenciales.
En la película, cuidadosamente coreografiada, se ofrece a los espectadores una mirada poco conocida de la vida de Putin, quien aparece ante las cámaras ofreciendo chocolates y leche fermentada . “No me siento como los políticos”, dice el político en otro extracto de la filmación. “Sigo respirando el mismo aire que millones de ciudadanos rusos. Dios quiera que eso siga así tanto como sea posible, y que no desaparezca”.
DZC (EFE, Reuters)
Análisis:
¿Mantener el control ruso de Crimea? Los tártaros responden
Como parte de su “plan de paz”, el presidente estadounidense Donald Trump está dispuesto a reconocer permanentemente la anexionada península ucraniana de Crimea como territorio ruso. En Ucrania, DW conversó con representantes de los tártaros de Crimea, los habitantes originarios de la península, para conocer su opinión.
“Esta lucha continuará”
“Sabemos perfectamente cómo es Rusia. Es la sucesora de la Unión Soviética, que en su día deportó a mi madre y a mi abuela”, dice una mujer que ahora vive en Crimea y prefiere permanecer en el anonimato. “Nos llevó medio siglo regresar a nuestra patria y no volveremos a irnos. Esperaremos aquí el regreso del Estado ucraniano”, afirma.
“Nuestro pueblo ha luchado por el derecho a vivir en su propia tierra. Por eso esta lucha continuará, independientemente de la situación política”, expresa otra residente de la península que también prefiere permanecer en el anonimato. Señala que la opresión de la población indígena comenzó con la conquista de Crimea por parte de la Rusia zarista.
Continuó bajo la Unión Soviética tras la Revolución Rusa, y en 1944, los tártaros de Crimea fueron deportados a Asia Central. Solo se les permitió regresar a su patria en la década de 1990, tras el colapso de la Unión Soviética y recibir permiso de Ucrania, que había obtenido la independencia. En 2014, Crimea volvió a caer bajo ocupación rusa y muchos tártaros crimeos fueron perseguidos por su postura proucraniana y obligados a abandonar su patria.
En aquel momento, afirma la segunda mujer anónima, los tártaros de Crimea estaban decepcionados porque el gobierno ucraniano no había luchado “para mantener la península como parte de Ucrania”.

Hoy, dice que se sentiría aliviada si una decisión política pusiera fin a las muertes diarias de la guerra en Ucrania. “Por otro lado, muchos creen que si Ucrania reconociera los territorios ocupados como rusos, todas esas vidas se habrían sacrificado en vano en defensa de la independencia y la condición de Estado de Ucrania”.
En su opinión, el tratado de paz que se está debatiendo legitimaría las concesiones territoriales a Rusia. Y teme que en ese caso las personas en los territorios ocupados podrían convertirse en prisioneros políticos porque allí se aplicaría la legislación rusa.
Estados Unidos, “líder en la protección de los derechos humanos y un bastión de la democracia”
El debate sobre ceder territorio a Rusia “por supuesto genera una reacción negativa, tanto en la mente como en el corazón”, señala Nariman Dzhelyal, primer vicepresidente del Mejlis, el órgano representativo de los tártaros de Crimea, y expreso político.
“Durante los años de ocupación de Crimea y la agresión rusa, hemos dependido de Estados Unidos. Para la mayoría de los ucranianos y ciertos residentes de Crimea, Estados Unidos siempre ha sido un líder en la protección de los derechos humanos y un bastión de la democracia. Y ahora estamos experimentando un cambio radical, un pragmatismo comercial”, explica.
Como órgano ejecutivo central de los tártaros de Crimea, el Mejlis fue clasificado “organización extremista” y prohibido por la Federación Rusa en abril de 2016.
Dzhelyal destaca la postura de principios del gobierno ucraniano, que se niega a reconocer a Crimea como parte de Rusia. “Ucrania, en realidad, puede hacer poco por la población local. Por eso, actos simbólicos como las declaraciones de que no reconocerá la anexión de Crimea y que desea reintegrarla a Ucrania son el vínculo más importante entre nuestro pueblo y el territorio libre de Ucrania”, explica. “Aceptar la propuesta de Trump y sus representantes rompería este vínculo”.
“Península del miedo”
“Nuestro pueblo nunca confiará en el imperio ruso”, sentencia Seydamet Mustafayev, un refugiado de Crimea, quien habla de una “península del miedo”.
“No veo ningún acuerdo de paz con Vladimir Putin. Siempre he sido pacifista y quiero vivir en paz. Pero no entiendo cómo se puede negociar con esta persona cuando su objetivo es destruir la identidad ucraniana”, declara a DW.
Mustafayev espera que la guerra ruso-ucraniana finalice con la liberación de Crimea, tal y como comenzó con la ocupación de la península. Cree que un acuerdo de paz con concesiones territoriales conduciría inevitablemente a una guerra mundial.

“No lucho por eso”
Para los soldados ucranianos tártaros de Crimea con los que DW habló, las condiciones para el fin de la guerra dependen en gran medida de Ucrania. Un soldado apodado “Tataryn” afirma que nadie puede presionar a Ucrania para que haga concesiones territoriales.
“Ucrania ahora tiene un ejército que detuvo al ejército ruso en 2022 y destruyó su potencial. Ahora lucha no solo gracias a las armas estadounidenses, sino también con las suyas”, afirma. Reconocer la anexión rusa de Crimea sentaría un peligroso precedente que podría desencadenar conflictos armados por reivindicaciones territoriales en todo el mundo. “Puedes renunciar a todo, pero no a tu propio país. No lucho por eso”.
Un acuerdo no significa abandonar los principios
“La soberanía, la integridad territorial y los derechos de los ucranianos bajo ocupación son innegociables”, asegura Tamila Tasheva, diputada del Parlamento ucraniano. Fue representante permanente del presidente de Ucrania en la República Autónoma de Crimea de 2022 a 2024. “Reconocer Crimea como parte de Rusia no solo significaría ceder el territorio, sino también negar la experiencia de persecución, arresto y deportación que han sufrido los ucranianos y los tártaros de Crimea en la península”, dice a DW.
En su opinión, un acuerdo de paz justo se basaría en el derecho internacional. Sin embargo, un “acuerdo realista”, afirma, no implicaría necesariamente renunciar a los principios, sino que podría ser un proceso gradual. “Estamos dispuestos al diálogo para buscar soluciones, pero nunca reconoceremos la ocupación como algo normal”.
(rr/dzc)