
La revolución de Trump se está demorando por su propios escombros políticos
Fue la semana en la que la realidad empezó a alcanzar a la Casa Blanca.
El presidente Donald Trump dejó claro en su discurso ante una sesión conjunta del Congreso el martes por la noche que no habrá tregua en su ritmo implacable, sus intentos de maximizar el Poder Ejecutivo y su sacudida del país y del mundo.
Sin embargo, cada acción política genera una reacción contraria.
Y están apareciendo los primeros signos de fricción que podrían frenar el inicio conmocionante de la administración del presidente. Es poco probable que detenga las agresivas jugadas de poder de Trump, pero demuestra que ni siquiera él es inmune a la gravedad política.
Hay pocos indicios de que se enfrente a una oposición inminente y significativa por parte de los demócratas del Congreso, cuyos actos de protesta desanimados y poco convincentes durante su discurso en horario de máxima audiencia no hicieron sino poner de manifiesto su impotencia.
Pero las complicaciones del debilitamiento de la economía parecen pesar ahora en el comportamiento de Trump. El impacto en los estadounidenses de a pie del intento de Elon Musk de destrozar el Gobierno federal ha llevado a los legisladores del Partido Republicano a exigirle un papel. La Suprema Corte de Justicia acaba de emitir un fallo que podría frustrar el intento de la administración de cerrar la ayuda exterior. Y más sentencias judiciales que frenan los acaparamientos de poder de Trump significan que es probable que los próximos meses se vean más obstaculizados que sus primeras seis semanas en el cargo.

Una farsa arancelaria
El martes, por ejemplo, un Trump impenitente hizo un gran negocio imponiendo aranceles generales del 25% a Canadá y México. Sin embargo, un día después, había eximido a la industria automovilística durante un mes. Este jueves, suspendió todos los aranceles del hemisferio occidental hasta abril. Las medidas contra China se mantienen sin cambios. Pero no es la primera vez en su segundo mandato que el presidente blande la vara arancelaria y luego da un paso atrás: tanto México como Canadá llevan semanas en la montaña rusa de Trump.
Los asesores del presidente a menudo lo presentan como el mayor negociador de la historia, pero no está claro qué obtuvo exactamente por esta concesión en una política que había enmarcado como casi existencial para la prosperidad y la seguridad nacional de Estados Unidos solo dos días antes.
Su decisión de ceder, sin embargo, se produjo tras las graves pérdidas en el mercado bursátil –un barómetro que Trump utiliza para juzgar su propia actuación–, la creciente preocupación entre los legisladores republicanos por las probables subidas de precios al consumo que podría causar la nueva política y los datos cada vez más sombríos sobre la caída de la confianza económica de los consumidores.
El senador republicano Rand Paul ofreció este jueves una visión de la angustia del Partido Republicano: “Casi todas las industrias de Kentucky han venido a mí y me han dicho: ‘(Los aranceles) perjudicarán a nuestra industria y harán subir los precios de las casas, de los automóviles’, y por eso voy a seguir argumentando en contra de los aranceles”, dijo Paul.
Parece extraño que el presidente no se diera cuenta del impacto de sus políticas antes de imponerlas. O que los consejeros delegados de los tres grandes gigantes del automóvil tuvieran que ponerse al teléfono para explicarles que estaba poniendo en peligro una industria estadounidense emblemática. Quizá el amor del presidente por los aranceles “bonitos” le cegó ante sus consecuencias. O, ¿es la emoción teatral de ejercer el poder reservado al presidente tan seductora que esto no pretendía ser más que un truco desde el principio?
“El 2 de abril va a ser un día muy importante para Estados Unidos”, dijo Trump este jueves, anticipándose a otra fecha límite para los aranceles, que sin duda creará una mayor incertidumbre que podría obstaculizar el sentimiento económico y enfurecer a México y Canadá.
El parón autoimpuesto por Trump sugiere confusión más que la fuerza en torno a la cual ha centrado su personaje político. Parece que se echó atrás una vez que Canadá y México –que amenazaron con sus propios aranceles– se negaron a echarse atrás ellos mismos. La próxima vez que empuñe la vara arancelaria, corre el riesgo de gritar que viene el lobo.

Musk causa cada vez más alarma en el Partido Republicano
El esfuerzo de Elon Musk por destripar el Gobierno federal avanza a toda velocidad. Cada día llegan noticias de más despidos masivos. Esta semana se ha sabido que Musk y funcionarios del gabinete están preparando grandes recortes de personal en el Pentágono y el Servicio de Impuestos Internos. El presidente está preparando un decreto para cerrar el Departamento de Educación –un objetivo de los republicanos desde hace al menos cuatro décadas–, aunque esto desencadenará sin duda una lucha judicial sobre el Poder Ejecutivo.
El cierre prematuro de la Agencia de Desarrollo Internacional de Estados Unidos por parte de Musk fue una fruta política al alcance de la mano, y el principio general de reducir el tamaño del Gobierno es popular entre muchos estadounidenses. Pero cuanto más recorte en agencias que tienen un impacto directo en la vida de los estadounidenses, mayor será el riesgo político.
Los planes para recortar decenas de miles de puestos de trabajo en el Departamento de Asuntos de los Veteranos (VA, por sus siglas en inglés) ya están generando denuncias de que el presidente y Musk están dando la espalda a ciudadanos que sirvieron a su país y, en muchos casos, pagaron un alto precio con su salud física y mental. “Su temerario plan para acabar con la capacidad del VA de cumplir la promesa de Estados Unidos a los veteranos se volverá en contra de millones de veteranos y sus familias que arriesgaron sus vidas al servicio de nuestro país”, advirtió el miércoles Everett Kelley, presidente nacional de la Federación Estadounidense de Empleados del Gobierno.
Los funcionarios de la administración insisten en que los recortes tienen por objeto agilizar la burocracia y revertir la sobrecarga de la era del presidente Joe Biden. Pero podrían tener un motivo oculto: impulsar un plan para privatizar el VA de forma encubierta. En su primer mandato, el presidente estudió un plan para ampliar la atención privada a los veteranos, una de las razones por las que los recortes actuales son tan alarmantes para los grupos de veteranos.
“Han estado atacando a la VA, recortándola poco a poco. Y ahora parece que le van a quitar una buena parte”, dijo Naveed Shah, veterano de la guerra de Iraq que ahora es director político de Common Defense, la mayor organización de veteranos del país, a Audie Cornish en “CNN This Morning” este jueves.
La creciente sensibilidad de la misión de Musk es una de las razones por las que los legisladores del Partido Republicano y los secretarios del gabinete ahora están pidiendo a la Casa Blanca algún papel en la configuración de la dirección de su motosierra en el Departamento de Eficiencia Gubernamental.
Trump dijo este jueves que celebraría reuniones quincenales de sus secretarios del gabinete y Musk sobre la operación de recorte del Gobierno, en una señal de que la Casa Blanca está tratando de mitigar futuras consecuencias políticas.
“A medida que los secretarios conozcan y comprendan a las personas que trabajan para los distintos Departamentos, podrán ser muy precisos sobre quién permanecerá y quién se irá”, escribió Trump en Truth Social elste jueves. “Decimos el ‘bisturí’ en lugar del ‘hacha’”, añadió. “La combinación de ellos, Elon, DOGE y otras grandes personas será capaz de hacer las cosas a un nivel histórico”.
El Congreso rara vez hace que las cosas vayan más rápido
El jefe de Tesla mantuvo reuniones con legisladores de la Cámara de Representantes y el Senado el miércoles en medio de peticiones de votos para codificar algunos de los recortes realizados por su equipo de DOGE. Esta fue la primera señal de que el Congreso republicano –que no ha hecho casi nada para frenar a Trump– ahora quiere conservar parte de su poder antes de las inminentes luchas por el gasto.
La mayor implicación del Congreso también se produce tras una sentencia de la Suprema Corte de Justicia de esta semana en la que una mayoría de 5-4 dijo a la Aadministración que, en última instancia, tendría que desembolsar más de US$ 2.000 millones en ayuda exterior congelada ya consignada por el Congreso. El caso dista mucho de ser una sentencia definitiva sobre el extraordinario uso del Poder Ejecutivo por parte de la administración. Pero ha dejado entrever que el tribunal podría cuestionar la creencia de la Casa Blanca de que tiene poder unilateral para cerrar programas y departamentos.
Por un lado, los legisladores republicanos podrían estar buscando una parte del crédito por lograr un objetivo que ha unido a su partido durante mucho tiempo: limitar el Ggobierno. Pero su participación seguramente ralentizará el ritmo de la terapia de choque de Musk. Después de todo, cada legislador tiene un proyecto que salvar en su distrito. Y uno de los resultados de la purga del DOGE ha sido poner de relieve que el Gobierno federal no se limita al Beltway. Cada estado tiene su gran edificio federal, y los puestos de trabajo y los programas están en peligro en todos los estados a medida que avanza el desmantelamiento del Gobierno.
El esfuerzo por codificar los recortes de Musk en una ley es la vía constitucional adecuada y podría evitar a la administración prolongadas batallas legales en algunos casos. Pero también aumentaría la carga de un Congreso ya agobiado por la necesidad de aprobar los enormes recortes fiscales propuestos por Trump, su presupuesto, una próxima crisis del techo de deuda y un posible cierre del Gobierno. Y obligar a los republicanos a votar recortes que podrían resultar impopulares también podría jugar a favor de los demócratas.
El líder de la mayoría del Senado, John Thune, dijo este jueves que está trabajando con la Comisión de Finanzas del Senado para hacer “buenos progresos” en la legislación, pero que “va a tomar algún tiempo.”
Tomarse tiempo va directamente en contra del mantra de Trump y Musk de “primero interrumpir, luego pensar”.
La revolución aún parece probable. Solo que irá un poco más despacio.