
El gobierno de Donald Trump decidió suspender el financiamiento de programas de salud en Sudáfrica, lo que genera temores en millones de personas, especialmente en pacientes que se tratan contra el VIH.
Miles de atenciones médicas que se realizan en Sudáfrica enfrentan un cierre inminente luego de que el gobierno de Estados Unidos decidiera dejar de financiarlos de forma permanente. La administración de Donald Trump ha notificado a diversas organizaciones sanitarias al respecto. Algunas de ellas aseguraron haber recibido cartas de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid).
“El secretario de Estado (Marco) Rubio y el administrador adjunto (de Usaid, Peter) Marocco determinaron que su adjudicación no está en línea con las prioridades de la agencia y tomaron la decisión que continuar con este programa no es de interés nacional”, señala una de las misivas.
Sibongile Tshabalala, presidenta de la Campaña de Acción para el Tratamiento, que lucha por el acceso a tratamientos para combatir el sida, confirmó la recepción de la carta que oficializa el fin de la ayuda.
¿Qué significa esto para los más pobres?
“Es muy doloroso que el fin de las ayudas equivalga a la muerte para los más pobres del mundo. Las poblaciones más vulnerables son las más afectadas”, dijo Tshabalala al servicio local de noticias Bhekisisa. “Esta cancelación ocurre en un momento en que todo el mundo está desconcertado por las escandalosas decisiones adoptadas por el gobierno de Trump”, agregó.
Entre los sudafricanos existe el temor de que esta medida condene a muchos pacientes. Nozuko Majola, quien vive en una villa en el este de Sudáfrica, lucha para hacer frente a estos recortes. Ella vive con VIH y no está segura sobre cómo va a hacer frente a lo que se viene, especialmente en lo que respecta a la entrega de sus medicinas en su aldea.

“El transporte en un gran problema en esta zona”, dice Majola a DW. Sudáfrica tiene una de las mayores tasas del mundo de personas infectadas con VIH y con el cierre de las clínicas que eran financiadas por Estados Unidos existe preocupación por un posible aumento de los contagios.
Nozuko Ngcaweni recibe sus medicamentos contra el VIH gracias a un programa financiado por Usaid. “Nos están matando, vamos a morir”, dice la mujer a DW. “El día en que escuché que se detendría el financiamiento, sentí que me moría”.
Lucha contra el estigma
Los fondos estadounidenses no se destinan únicamente a la provisión de medicamentos, sino que también apoyan las campañas de difusión para combatir el estigma que rodea a la enfermedad. Algunos activistas que llevan adelante estas campañas dijeron a DW que muchas personas dejarán sus tratamientos si deben acudir personalmente a hospitales públicos a retirar sus medicinas.
Pero la decisión del presidente de Estados Unidos de cortar la ayuda no ocurre de forma aislada. Su gobierno también ha apuntado a Sudáfrica por un tema aparte: la reforma agraria. Trump ha acusado al país africano de apoderarse de propiedades de terratenientes blancos tras su proyecto de ley de expropiación de tierras. Tras expresar su descontento, anunció el fin de la asistencia.
Tshabalala piensa que las consecuencias de esta medida serán devastadoras. “Mientras que la administración de Trump lucha por una ley que no tiene nada que ver con ellos, están cometiendo inadvertidamente un genocidio que será recordado en el futuro”, sostiene.
Sudáfrica debe actuar rápido
Sudáfrica se ha convertido también en un centro para la investigación de vacunas contra el VIH, pero con la decisión estadounidense, se ordenó el cierre de laboratorios y los ensayos de vacunas que podrían salvar vidas se han visto afectados.
Yvette Raphael, cofundadora de APHA, una ONG dedicada a combatir la epidemia global de sida, dijo a Bhekisisa que el gobierno sudafricano debería tomar medidas rápidamente. “Estamos muy preocupados por la pésima decisión de terminar con Usaid”, dijo.
“El gobierno de Trump declaró la guerra al derecho a la salud a nivel mundial. El gobierno sudafricano debe aprovechar esta oportunidad para acelerar el acceso universal a la atención médica y cumplir sus obligaciones con nuestra gente”, señaló.
La administración sudafricana aún no ha dado a conocer sus planes para llenar el vacío que creará el fin de la ayuda estadounidense.
Linda-Gail Bekker, directora ejecutiva de la fundación Desmond Tutu Health, que trabaja en la búsqueda de soluciones innovadoras en la prevención y tratamiento del VIH y otras enfermedades, dijo que el gobierno debe actuar pronto. “Ahorrar dólares a cambio de perder vidas, increíble, ahora necesitamos escuchar los planes de salud de nuestros países sobre cómo se abordará este caos”, señaló.
(dzc/rr)
Fin de las ayudas de USAID: “Esto traerá mucho sufrimiento”
10 de febrero de 2025
En el año 2007, entre los cientos de proyectos que la agencia estadounidense USAID apoyó en distintos países de América Latina se encontraban el programa turístico para beneficiar a la comunidad indígena Parará Purú en Panamá, la entrega de ayuda para los damnificados por unas inundaciones que afectaron a la región del Beni, en Bolivia, y una donación de varios miles de dólares a la escuela Santo Domingo Sabio de República Dominicana, para ir en socorro de personas afectadas por unas tormentas.
Desde que Donald Trump asumió la presidencia, la existencia de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) está en la cuerda floja. Sus oficinas fueron cerradas e incluso los letreros que había en el frontis del edificio donde funcionaba la entidad fueron retirados. El mandatario dice que la medida busca ahorrar recursos en una agencia que, afirma, era dirigida por “lunáticos”. Su secretario de Estado, Marco Rubio, apuntó que muchas veces USAID actuaba en contra de los intereses estadounidenses.

Eso se debate en las altas esferas. A ras de piso, en cambio, las sensaciones son distintas. “En Honduras la afectación va a ser bien fuerte”, dice a DW el analista político hondureño Leonardo Pineda. “Se habla de que se podrían perder un par de miles de puestos de trabajo en Honduras por el cese de proyectos en prevención de desastres, reconstrucción de los sistemas educativos y de salud, fortalecimiento del sistema de Justicia, aportes en protección de recursos naturales… El ministro de Infraestructuras informó que solo en su secretaría había 28 proyectos parados porque se congeló el financiamiento de USAID”, explica.
¿Efecto rebote?
En 2011, USAID cofinanció un programa de música, danza y artes para 500 jóvenes en La Libertad, El Salvador. Cinco años más tarde, aportó capitales para la creación de sistemas de irrigación en Guatemala. En 2019 envió toneladas de ayuda humanitaria, principalmente alimentos, a Venezuela. El margen de acción de la agencia en la región era enorme, y el impacto de su cese se sentirá en distintos niveles.
“América Latina recibe un poco menos de 2 mil millones de dólares de ayuda anual. Aunque es menor que la ayuda que va a otras regiones, tiene una importancia vital. Los fondos estadounidenses pagan desde ayuda humanitaria a refugiados e inmigrantes hasta buena parte de la implementación del proceso de paz de 2016 en Colombia. La ausencia de estos fondos tendrá un impacto inmediato en fortalecer regímenes autoritarios, pues muchas de las organizaciones de base y los medios de comunicación independientes dependían de este apoyo financiero”, relata a DW Renata Segura, directora para América Latina y El Caribe de Crisis Group.
“En Honduras el tema de los migrantes se manejaba casi todo con fondos de USAID”, dice Pineda. “El impacto en las comunidades va a ser muy fuerte”, pondera el experto, que advierte que podría haber consecuencias directas también para Estados Unidos. “Esto podría tener un efecto rebote y podríamos tener más delincuencia, más criminalidad, menos empleo, menos justicia, menos salud y menos educación. Eso redunda en que la gente se quiera ir del país, y por mucho que haya trabas, barreras y muros, buscará maneras de irse a Estados Unidos”.
Un vacío difícil de llenar
En 2021, USAID apoyó a productores de café en Ayacucho, Perú. El mismo año cofinanció una serie de televisión en Colombia sobre la esclavitud. Tres años más tarde puso sobre la mesa 60 millones de dólares en ayuda humanitaria y vehículos para las fuerzas de paz en Haití. Incluso donó material para los bomberos de Viña del Mar, en Chile, tras unos gigantescos incendios que afectaron a esa ciudad.
“La forma como fueron hechas estas pausas de financiación, sin planes para mitigar posibles daños, ha puesto la vida de muchas personas en peligro. Igualmente, los gobiernos latinoamericanos están dándose cuenta de que depender de tal manera de un solo país es estratégicamente problemático”, señala Segura, quien lamenta que los países que más fondos recibían, como Colombia, Haití o Venezuela, “difícilmente podrán conseguir un reemplazo para esta fuente de financiación. En el corto plazo, esto traerá sin duda mucho sufrimiento”, estima.
Muchos analistas han dicho que la salida de USAID es un auténtico caramelo para China. Si bien Trump ha remarcado que su prioridad es frenar el avance chino en América Latina, lo cierto es que “si los gobiernos de la región ven que Estados Unidos no está dispuesto a apoyar más obras de infraestructura o sienten que es un socio poco confiable, es muy posible que miren a China y otros”, estima Segura.
Pineda lo ve de otra forma. “Que ellos puedan llenar el espacio es difícil. USAID tiene una preocupación que me parece genuina por la migración. A China no se va nadie, China no tiene que lidiar con la migración, mientras que Estados Unidos sí. Además, hay otros factores: somos países extremadamente dependientes de las remesas que vienen de Estados Unidos, nuestras exportaciones también se van allá. Tenemos demasiados vínculos, y muy estrechos, con Estados Unidos”.
(ers)