México vivió en 2024 una ola de violencia política de dimensiones históricas. El Gobierno de Claudia Sheinbaum busca pacificar el país con un giro en su estrategia de seguridad.

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A una semana de Nochebuena, el Gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum envió un mensaje esperanzador a los mexicanos, que se podría interpretar como una promesa de mayor paz para el año 2025.

El 17 de diciembre, el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, presentó logros en materia de seguridad, como decomisos de drogas, desmantelamientos de laboratorios clandestinos y la detención de casi 7.000 criminales desde octubre pasado, cuando la nueva Administración asumió sus funciones.

Según la información oficial presentada en rueda de prensa, en 2024 se registraron 2.461 homicidios dolosos, equivalente a un promedio diario de 82,3 víctimas y una reducción del 6,9 por ciento respecto al año anterior.

Los estados que concentran casi el 50 por ciento de los asesinatos son Guanajuato, Baja California, Estado de México, Chihuahua, Jalisco, Guerrero y Nuevo León.

En general, el Gobierno observa una tendencia a la baja en los delitos de alto impacto.

“Maquillaje de cifras”

Sin embargo, el analista político David Saucedo niega que los homicidios hayan disminuido en el país: “Hay una operación de maquillaje de cifras en varios estados para demostrar éxito en la reducción de la violencia”.

En entrevista con DW, el experto en seguridad mexicano señala que los propios gobernadores estatales reducen en sus reportes el número de asesinatos, por ejemplo, al presentar los homicidios dolosos como culposos, es decir aquellos causados por negligencia.

Además, muchas víctimas del crimen organizado son enterradas en las llamadas narcofosas: “Si no hay cadáver, no hay homicidio, ni delito que perseguir, y las personas quedan en calidad de desaparecidas”, observa Saucedo.

Al respecto, el analista critica que el Gobierno ignore los hallazgos de cadáveres en las narcofosas por parte de colectivos de búsqueda de personas y no los registre como asesinatos.

Violencia política “sin precedentes”

Por su parte, la investigadora del centro de análisis InSight Crime Victoria Dittmar llega a la conclusión de que “el año 2024 fue especialmente violento”: “Se registraron niveles sin precedentes de violencia política durante las elecciones. La decapitación de un alcalde recién electo en Guerrero, en octubre, fue la muestra más cruda del terror que viven varias comunidades en el país”.

Por otro lado, Dittmar destaca que los conflictos vinculados al crimen organizado se intensificaron en varias zonas del país, incluso en estados relativamente pacíficos como Tabasco y Querétaro.

“En Chiapas, las disputas entre el Cartel de Sinaloa y el Cartel Jalisco Nueva Generación por el control de la frontera con Guatemala, el tráfico de migrantes y la extorsión resultaron en el desplazamiento de comunidades enteras”, cuenta a DW.

Miembros de una comunidad indígena mexicana portan cruces en una marcha.
Miembros de una comunidad indígena, en el estado de Chiapas, marchan para exigir el fin de la violencia del crimen organizado en su contra.Imagen: Jose Torres/Anadolu/picture alliance

Incremento de extorsiones

Para Paloma Mendoza Cortés, del Centro de Estudios sobre Seguridad, Inteligencia y Gobernanza del Instituto Tecnológico Autónomo de México (CESIG-ITAM), otro indicador de la violencia “es el incremento de extorsiones y robo a transportistas, que afecta directamente no solo a empresarios y comerciantes, sino también a los consumidores finales”.

En entrevista con DW, menciona un reciente sondeo de la Cámara de Comercio de EE. UU. en México, según el cual casi el 60 por ciento de las empresas invierten hasta el 10 por ciento de su presupuesto en seguridad por considerarse afectadas por la delincuencia organizada.

Retos para 2025

En opinión de David Saucedo, el “narcoterrorismo” y la “narcopolítica” son los dos grandes retos que enfrenta actualmente el Gobierno de Claudia Sheinbaum en materia de seguridad.

Mientras que la penetración del narcotráfico en los procesos electorales es una realidad innegable en el país latinoamericano, prosigue el analista, el Gobierno mexicano se resiste a utilizar el término de “narcoterrorismo” para describir los ataques del crimen organizado en contra de la población civil, como bloqueos, coches bomba y masacres.

México evita este término porque teme, en parte, que Washington pueda activar sus mecanismos de intervención para enfrentar el terrorismo internacional, pero también para no dar una mala imagen del país, que podría llevar a una reducción de inversiones y flujos turísticos, explica Saucedo.

A partir de 2025, Sheinbaum enfrentará en el escenario internacional, además, “una negociación muy difícil y compleja con Donald Trump“, que asumirá la presidencia de Estados Unidos en enero, augura.

La “estrategia de ajedrez”

A su vez, la Dra. Mendoza Cortés, del CESIG-ITAM, saluda la nueva estrategia de seguridad de la presidenta Sheinbaum, denominada “estrategia de ajedrez”, que privilegiaría la inteligencia y la coordinación entre las diferentes autoridades y los diferentes niveles.

En su opinión, en el último mes tuvieron lugar tres operativos exitosos: la detención de un ciudadano chino relacionado con el tráfico de cocaína, fentanilo y metanfetaminas, así como la incautación de fentanilo más grande en la historia en Sinaloa. Asimismo, describe el llamado “operativo enjambre”, para detener a funcionarios municipales presuntamente corruptos, como “el ejemplo perfecto de los resultados óptimos de análisis de inteligencia, medidas de contrainteligencia y coordinación”.

La especialista en conflictos bélicos espera que, en el futuro, operativos de este tipo puedan aplicarse también a nivel estatal y federal.

(ers)

El plan de seguridad de Sheinbaum: esperanzas y escepticismo

11 de octubre de 2024

El Gobierno de Sheinbaum presentó su estrategia de seguridad para combatir la masiva violencia en México.

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Imagen de una formación de soldadas de la Guardia Nacional de México en posición de firmes
La Guardia Nacional pasa a depender de la Secretaría de Defensa Nacional (SEDENA) y se consolida como instrumento contra la criminalidad en la estrategia de seguridad de Sheinbaum.Imagen: Eyepix/NurPhoto/picture alliance

Las cifras son devastadoras: en términos absolutos, el sexenio de AMLO fue el más violento de la historia reciente de México, según los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

Sin tiempo que perder, Sheinbaum y el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, presentaron su “Estrategia de Seguridad” para abordar la problemática en los próximos cien días. Se trata de un plan estructurado en cuatro puntos, que consolida medidas ya emprendidas en sexenios anteriores y plantea algunos enfoques nuevos.

Primer punto: atención a las causas

La premisa: justicia social para acabar con la violencia. “Lo importante es no regresar a la guerra contra el narco de Calderón. No buscamos ejecuciones extrajudiciales, que era lo que ocurría”, dijo Claudia Sheinbaum durante la presentación del plan (disponible en archivo PDF debajo de este artículo).

Su Gobierno busca prevenir la violencia atendiendo a las causas, y ahí cuenta el respaldo de los planes para jóvenes llevados a cabo durante el período de Sheinbaum como alcaldesa de Ciudad de México, también con Omar García Harfuch al frente de la seguridad de la capital. Pero ¿es extrapolable la experiencia de Ciudad de México a nivel federal?

Laura Atuesta, investigadora del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y experta en políticas de seguridad, cree que no: “El mapa de criminalidad de CDMX es muy diferente al del resto del país y los problemas de delincuencia organizada son distintos. México tiene territorios con nula presencia estatal, que se encuentran totalmente captados por el crimen organizado”, dice a DW.

Ya AMLO llevó a cabo programas federales de prevención, pero hay voces críticas que dudan de su eficacia, porque estos proyectos dan por hecho que existe una correlación estricta entre juventud, pobreza y criminalidad, sin tomar en cuenta otros factores.

“El reclutamiento de jóvenes en Tijuana, Nuevo Laredo, Ciudad Juárez, Celaya, Tapachula, tiene un componente totalmente distinto al reclutamiento de jóvenes de la CDMX”, asegura a DW el consultor de seguridad David Saucedo. “Siempre habrá una base de jóvenes que van a preferir la opción del narco por el diferencial de salario”, subraya Saucedo, que enumera otras razones: “La vida del narco, la narcocultura, los corridos tumbados, todas estas imágenes de ensueño por las que los jóvenes se ven atraídos”.

Segundo punto: fortalecer el papel de la Guardia Nacional

Uno de los puntos más controvertidos del plan es la consolidación de la tendencia, ya iniciada por Gobiernos anteriores, de convertir a la Guardia Nacional en instrumento contra el crimen, pasando a ser controlada por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). ¿Militarización de la seguridad del país? Sheinbaum y García Harfuch lo niegan tajantemente, aduciendo que será un mando civil, el de la Secretaría de Seguridad, el que diseñe la estrategia y coordinación para enfrentar a las organizaciones criminales.

¿Es posible entonces una Guardia Nacional de carácter civil, policial y profesional?  “Uno de los mayores retos para el secretario de Seguridad Ciudadana, Omar García Harfuch, será dirigir a un organismo con 130 mil efectivos, con una formación castrense, cuya disciplina policial aún debe afinarse y perfeccionarse en labores de investigación y análisis de información. Todo ello, respetando protocolos de actuación y derechos humanos”, dice a DW Luis Miguel Martínez Anzures, presidente del Instituto Nacional de Administración Pública de México.

“Los ejércitos que se involucran en tareas de seguridad pública desnaturalizan su función”, advierte, por su parte, la doctora Magdalena Alcocer Vega, de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad de Anáhuac. “En un Estado democrático, la función policial debe responder a los ciudadanos. Su involucramiento en estas tareas genera un desgaste en la propia institución militar”, explica.

Primer plano del busto de Omar Garcia Harfuch, de traje oscuro y corbata.
Omar García Harfuch fue secretario de Seguridad de CDMX con Claudia Sheinbaum como alcaldesa, y ahora repite el cargo a nivel federal.Imagen: Eyepix/NurPhoto/picture alliance

Por otro lado, es cuestionable el papel que puede jugar la Guardia Nacional en aquellos territorios del país en los que la presencia del Estado es escasa o nula. En ese sentido, Laura Atuesta, la experta del CIDE, alude a la importancia de impulsar una policía local, de proximidad, cercana a las familias y con el objetivo de establecer presencia estatal.

“Una estrategia de seguridad que no incluya una recuperación del espacio público por medio de una presencia permanente de fuerzas civiles de seguridad, como policías municipales y estatales, tiende a fracasar, porque el Ejército y la Guardia Nacional solo entran al territorio a combatir a grupos delincuenciales, desestabilizando el statu quo, pero no a generar una presencia permanente que disminuya la captación de territorios por parte de grupos criminales”, destaca Atuesta.

Puntos 3 y 4: inteligencia y coordinación

Si hay algo de lo que el Gobierno de Sheinbaum ya ha hecho gala en las ahora llamadas “conferencias matutinas” es en la importancia de comunicar basándose en datos e información. Los puntos tercero y cuarto de la Estrategia de Seguridad de Sheinbaum y García Harfuch apuntan también en ese sentido: su objetivo es utilizar inteligencia y recursos tecnológicos para analizar datos y comprender las dinámicas del crimen.

A partir de la información, viene la coordinación en los niveles federal, estatal y municipal, un desafío que suscita escepticismo entre expertos, pero que, para Luis Miguel Martínez Anzures, presidente del Instituto de Administración Pública, “es posible”, y alude concretamente al término “coordinación absoluta”, que aparece en el documento sobre el plan presentado a los medios.

“Este concepto es sustancial para entender que los mandos policiacos estatales en todo el país habrán de ser propuestos y ratificados” por la Secretaria de Seguridad, que también podrá “capacitar y certificar las licencias de operatividad de todos los policías en México”, dos medidas que Martínez Anzures considera “contundentes y perfectamente medibles”, y que auguran “buenos resultados”.

Según Martínez Anzures, esta supone una manera de movilizar a todo el gabinete de seguridad a los estados con mayor incidencia delictiva: “Tiene un componente simbólico alentador para las personas que viven en esas comunidades, porque ayuda a mejorar la imagen del Gobierno federal y su compromiso con el bienestar de las personas. También porque, estratégicamente, es más práctico, coordinar esfuerzos de inteligencia y operaciones táctico-operativas en campo que desde el gabinete”, subraya.

Finalmente, serán las cifras y el tiempo los factores que avalen o desacrediten la estrategia de seguridad de Sheinbaum.

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