Decenas de dominicanos, en los últimos siete años, han iniciado el nuevo camino ilegal a EE.UU. donde muchos han perdido la vida y otros desaparecieron en busca de una mejor vida.

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Sueños fallidos, desapariciones, muertes por desgaste, asesinatos a mansalva, detenciones, deportaciones, y en el mejor de los casos, los que pueden llegar y relatar sus penurias. Historias inenarrables de migrantes que se arriesgan, por una u otra razón, a sufrir rigores increíbles para llegar a la meta final, Estados Unidos.

Miles, decenas de miles y quizá centenares de miles. La cantidad es imprecisa. Un oscuro velo se cierne sobre una cantidad incierta de dominicanos que arriesgan el todo por el todo para quedar en la nada.

Un camino lleno de tropiezos, con una mafia singular, la migratoria, se aprovecha de las debilidades sociales, económicas, de educación, salud, trabajo, llenando de promesas de mejor vida a incautos.

Es un entramado perverso, que implica innumerables dificultades, entre ellas la de la impunidad rampante e hiriente, de que disfrutan estos comerciantes de sueños.

Desde conseguir el dinero para pagar por el viaje, pasando por las situaciones de precariedad en que se desenvuelven estos migrantes ilegales, la ruta hacia México está llena de altibajos peligrosos, nadie sabe lo que puede suceder.

Mientras tanto, en el país se han organizado grupos que ofrecen al mejor postor las oportunidades que no encuentran en esta nación. Los precios varían, si llevas a dos o tres que también quieren emigrar, te bajan el precio total. Un pozo de inequidades y situaciones de vida particulares, que llevan a límites inimaginables. El infierno dantesco, de la Divina Comedia, le queda pequeñito, ante las vicisitudes que deben pasar y sufrir.

Relatos… demasiados. La situación es muy dura, pocos se atreven a revelar la verdad, esa verdad intangible que lleva a la migración ilegal por fronteras y espacios desconocidos.

Ayer fueron los viajes en yola hacia Puerto Rico, continúan todavía. Después, la ruta se trasladó hacia Europa, media región de nuestro sur profundo, quedó despoblada por la migración de mujeres hacia España, y de ahí a otros destinos del Viejo Continente, sin hablar de las primeras oleadas de migración política, producto del régimen tiránico de Rafael Leonidas Trujillo. Pero esto no lo relatan nuestros libros de historia, dentro del ámbito socio-económico de nuestro discurrir nacional.

Un camino plagado de peligros y vicisitudes extremas e insospechadas

La última ruta o recorrido para llegar al ansiado “sueño americano”, Estados Unidos de Norteamérica, y establecer residencia del modo que sea, en donde habita el Tío Sam, figura emblemática de esta nación, ha cambiado de manera radical. ¡Y de qué manera!

Ahora se toma el camino más tortuoso, el de la “vuelta por México”, que se ha convertido, según el informe global de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de la ONU, fechado el 12 de septiembre de 2023, “en la ruta migratoria terrestre más peligrosa del mundo”.

Más aún, un informe presentado el 30 de abril de 2024, por el investigador Anderson Santana, para el Instituto Nacional de Migración de República Dominicana (INMRD), titulado Ruta de migración México-Estados Unidos, indica que:

“A lo largo de las diversas experiencias migratorias se han ido construyendo caravanas o rutas para permear las fronteras de manera irregular. Entre las más conocidas se encuentra la travesía por México-Estados Unidos, conocida por muchos dominicanos como la vuelta por México”.

Lo cierto es que la cifra de migrantes que salen desde República Dominicana para hacer esta ruta, aumenta día a día. De unas decenas a inicios de 2017, que se mantenía en el más absoluto secreto, hasta hoy, la cifra lleva decenas de miles de migrantes que eligen este camino, debido a la diversidad de los puntos de entrada y a la conexión intrafronteriza entre América Central y del Sur con la “Gran Nación del Norte”.

¿Cómo y cuándo surge esta ruta infernal?

La historia no es nueva, para nada. Históricamente, la ruta México-Estados Unidos ha sido más utilizada por migrantes de Centroamérica debido a su cercanía con México, fundamentalmente guatemaltecos, hondureños y nicaragüenses, los que, por las rígidas políticas migratorias de los Estados Unidos y la flexibilidad de México de otorgar asilo a muchos inmigrantes han finalizado la ruta en este último país, refiere el investigador Santana.

Lo nuevo es la cantidad de dominicanos que, en los últimos siete años, han iniciado este nuevo camino tras una mejor vida. Muchos han perdido la vida, otros se encuentran desaparecidos. Entretanto, se siguen vendiendo ilusiones y estas mafias, de las que, al parecer, nadie conoce ni sabe de ellas, extienden sus tentáculos venenosos para conseguir ese poderoso caballero, Don Dinero.

Bien lo ilustra Francisco de Quevedo, ese renegado de la sociedad del siglo XVI, cuando en su poema épico y crítico a la corrupción imperante en ese momento en la España colonial, describe, en el último párrafo de “Poderoso Caballero es Don Dinero”, lo que ocurre hoy día con esta oleada de migrantes dominicanos que se arriesgan por nueve puntos fronterizos en la frontera de México con Estados Unidos.

Río Grande, Del Río, Tucson, El Paso, San Diego, Yuma, Laredo, el Centro y Big Bend, son los lugares transfronterizos entre México y Estados Unidos por donde transcurre el mayor tránsito de migrantes, que muchas veces son sometidos a torturas increíbles. Desde viajes en furgones cerrados, hasta los pasos subterráneos, muchas veces sin salida y otras directo a las autoridades fronterizas norteamericanas.

El dinero lo mueve todo. En este caso, solo cambian el espacio y el tiempo, sin embargo, perdura hoy día esa estrofa que describe esta situación particular: “Más valen en cualquier tierra (mirad si es harto sagaz), sus escudos en la paz, que rodelas en la guerra. Pues al natural destierra y hace propio al forastero. Poderoso caballero es Don Dinero”.

Todos saben, pero nadie supo, donde empieza y termina esta historia truculenta de una migración que se torna excesiva, por las razones que fueren y el miedo cunde y se esparce, pero nadie hace nada, ni los de allá, ni los de aquí para saber la real articulación que envuelve miles de millones de dólares y pesos del tráfico ilícito migratorio.

Del coyote al correcaminos

Una de las grandes preocupaciones de las autoridades mexicanas es el auge de dominicanos que llegan a ese país desde diferentes vías. Una de las preferidas es llegar a Colombia, que tiene un acuerdo de no visado a los visitantes dominicanos.

De ahí se inicia la ruta por la zona fronteriza entre Colombia y Panamá, hay que cruzar miles de kilómetros para llegar a México y de ahí a la frontera con Estados Unidos. Un periplo que incluye la peligrosa selva del Darién, un lugar casi inhabitable a lo largo de Panamá y toda Centroamérica para intentar llegar a Estados Unidos.

El Tapón del Darién se convirtió en una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo en los últimos tiempos. Situada entre Colombia y Panamá, la selva de más de 5 mil kilómetros cuadradosconecta Sudamérica con Centroamérica, convirtiéndose en un trayecto estratégico para quienes intentan llegar a Estados Unidos.

La migración a través del Darién es una situación imparable. Cada día, centenares de migrantes provenientes de naciones cercanas como Venezuela, Haití, República Dominicana, Ecuador, Chile y Brasil, cruzan por este lugar, poniendo en riesgo sus vidas, ya que, a las complejas condiciones naturales que presenta la selva se le añade la presencia de grupos criminales locales que roban, secuestran y ejercen violencia sexual, contra mujeres, niños y hombres, ¡hasta ancianos!

Esto lo refiere un informe de Médicos Sin Fronteras, organización humanitaria internacional que ofrece atención médica a poblaciones afectadas por catástrofes naturales, conflictos armados, epidemias, pandemias y enfermedades olvidadas.

La organización indica que “las situaciones inhumanas que han vivido los casi 500 mil migrantes que han cruzado la selva del Darién en 2023, son estremecedoras”.

Las vulnerabilidades se suman y multiplican, y siguen encontrando una respuesta insuficiente e inadecuada y agrega, “cada nuevo año se vuelve a batir el récord, pero la respuesta sigue siendo la desprotección. En 2022 fueron 248.000 personas migrantes, y en 2021, 133.000”.

La preocupación aumenta cada día y un artículo publicado en el número 141, de la Revista de la CEPAL, fechado en diciembre de 2023, trata el tema desde una perspectiva de desarrollo y derechos.

“Migración internacional en América Latina y el Caribe: una mirada de desarrollo y derechos”, escrito por Simone Cecchini, director del Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) – División de Población de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y Jorge Martínez Pizarro, investigador de la organización, expresa que:

“En América Latina y el Caribe, donde todos los países son de origen, destino, retorno o tránsito migratorio, está aumentando la intensidad y complejidad de la migración internacional. Los flujos migratorios se caracterizan cada vez más por la irregularidad y las personas migrantes representan uno de los grupos poblacionales más vulnerables, al ser víctimas de estigmatización, discriminación, xenofobia y racismo”.

Los articulistas señalan como base para estos movimientos migratorios, las asimetrías económicas a nivel internacional y las desigualdades dentro de los países, constituyen los ejes puntales “de los movimientos migratorios, que se explican tanto por factores de expulsión, como la falta estructural de oportunidades de trabajo decente”.

Citan también como factores causales, las crisis económicas, los desastres ambientales y los efectos del cambio climático, las vicisitudes de las democracias, las crisis humanitarias y las violencias de todo tipo, como por factores de atracción, así como las mayores oportunidades de empleo y estudio, mejores salarios, redes migratorias y posibilidades de reunificación familiar.

Según destacan la subregión del Caribe “presenta una de las mayores diásporas del mundo en proporción a su población: en 2020, se estimó que había más de 9 millones de emigrantes, que representaban más del 20% de la población total”.

Las diásporas mayores en términos absolutos son, en orden decreciente, las de Puerto Rico, Haití, Cuba, la República Dominicana y Jamaica.

Testimonios horripilantes de algunos que llegaron al sueño americano

Un joven, cuya identidad la reservamos, relata su odisea, fue contactado a través de terceros, tenía un colmado en el país, cuando las ventas disminuyeron durante unos meses, se desesperó y “oyendo tanto de la vuelta por México, vendí lo que tenía para el viaje”. Lo único que conservó fue la casa, que había construido encima del colmado, debido a que “mi mujer –su esposa—se opuso”.

Cadáveres putrefactos, osamentas, cráneos colgados de árboles y estacas, animales salvajes, cruces por ríos desbordados y siempre, siempre, como guardianes de territorio, las bandas armadas, criminales, narcotraficantes, sicarios, secuestradores. De todo tienen que sufrir quienes se arriesgan a esta travesía que a veces empieza, pero tiene un fin macabro para muchos.

Todo esto lo vivió este joven al cruzar los 5 mil kilómetros de recorrido de la selva del Darién, enfrentándose a situaciones, que hoy, lo mantienen en permanente estado de ansiedad y persecución.

Hoy está en los “neuyores”, tratando de adaptarse, trabajando como delivery, y hasta la fecha, en casi tres años, ha ahorrado apenas unos 8 mil dólares (RD$472,000), nada en comparación con lo que gastó y vivió en este terrible periplo, antesala del averno porque quiere regresar a su país, República Dominicana, y reunirse con su esposa e hijos.

Otro caso de los que llegan, pero se encuentran en estado de ilegalidad, narran las penurias y sinsabores, para ser amables con el público lector, es la nueva ruta que utilizan los traficantes de migrantes.

Uno de los destinos ahora preferidos por las bandas mafiosas que operan este comercio ilegal de migrantes, es desviar el camino hacia la ciudad de Tapachula, localizada en la frontera sur entre México y Guatemala.

¿Destino? San Diego, California. Y de ahí, a “repajilarse” –dominicanismo que significa desperdigarse, irse cada quien por su lado y a cuenta propia–, otro tramo lleno de inseguridades y peligros sin fin.

De Tapachula hasta la frontera norteamericana

Hay que imaginar el recorrido más que infernal que cruzar la selva del Darién. Ahora, para cruzar a México hacia Estados Unidos, la nueva moda es desplazarse a través de todo México hasta la frontera con Estados Unidos, por lo regular San Diego, California.

Pero ¿cuánto dura este recorrido? Es difícil imaginarlo y mucho menos describirlo. Si en autobús, tiene una duración de casi tres días — 43 horas y 24 minutos–, imagínese el recorrido a pie por los tres mil 918 kilómetros para llegar a Estados Unidos, cruzando en línea transversal el vasto territorio mexicano.

Retenes policiales, el acecho de los narcotraficantes que se han adueñado de esta nación, hasta llegar a la ansiada frontera y cruzar… ¡hacia el sueño dorado! Estados Unidos.

¿Cuánto cuesta el viaje?

La ley de la oferta y la demanda, priman. Hoy, en este 2024, los precios fluctúan. Van desde los 6 mil dólares para llegar a Colombia de manera legal, hasta los 15 mil para cruzar la selva o Tapón del Darién, hasta cruzar la frontera con México y seguir camino por todo México, hasta llegar a la frontera con Estados Unidos, es difícil de cuantificar.

Unos dicen que cerca de 20 mil dólares, otros que más de 45 mil. Entonces, ¿Por qué arriesgar el todo por el todo, para que al final, muchos queden varados en el camino, otros muertos o desaparecidos y enfrentar un sistema legal migratorio cada día más cerrado?

La esperanza es lo último que se pierde, ya lo demostró Pandora, al abrir la fatídica caja, que guardaba todos los males del mundo, pero, al final, salió lo último de su insaciable curiosidad. ¡La esperanza! Convertida en una trayectoria de horrores y crueldades para lograr el sueño anhelado.

Que muchas veces se torna en pesadilla, debido a la realidad circundante. ¿Por qué continúan los viajes por esta ruta infernal, donde quedan muchos, y unos pocos son los que suelen llegar?

Vender casas, propiedades, todo lo que tiene encima, y llegar hasta empeñar la coronilla. ¿Qué poder tienen estas mafias que se lucran de quienes persiguen un sueño o quizá una irrealidad?

Las historias lo demuestran. Definen pesadillas, horrores, para al final querer lograr un sueño dorado que no todos pueden encontrar. Mientras tanto, las cifras aumentan, los supervivientes son menos, cuestión de matemáticas, que nunca se me ha dado muy bien.

La última pregunta, no sé a quién la hago, ni el por qué. ¿Los riesgos que se corren valen la pena? ¿El dinero invertido en este viaje infernal vale o valió la pena? Igual siguen en la ilegalidad.

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