Santo Domingo, RD.- Agobiados por las penurias y la violencia el pueblo haitiano se enfrenta a las mas disimeles situaciones en su día a día para vivir; a la calamidad de la pobreza se imponen las garras de la violencia que les llega desde el poder mismo y desde las bandas criminales que controlan casi todo el territorio nacional.
Ahora se suma a la angustia el uso de las ayudas internacionales como elemento de chantaje contra la población más vulnerable. Así lo denuncia el diario haitiano AyiboPost en una crónica que atrapa el alma de cualquier ser humano.
Rebeca Bruny, la autora del reportaje nos narra el siguiente drama:
“Cuando las organizaciones traen kits, estos hombres nos piden sexo para entregárnoslos”, dijo a AyiboPost un residente del campamento de la escuela nacional de Dumélin.
Las pandillas se infiltran en las instalaciones de varios refugios temporales en Puerto Príncipe para cometer violaciones y tomar como rehenes la distribución de ayuda alimentaria, dijeron a AyiboPost media docena de víctimas y el jefe de una institución humanitaria local.
“Cuando las organizaciones traen kits, estos hombres nos piden sexo para entregárnoslos”, denuncia a AyiboPost un residente del campamento de la escuela nacional de Dumélin, situado en la esquina de la calle du Centre y la calle Joseph Janvier.
Guerda Prévilon, directora ejecutiva de la Iniciativa de Desarrollo Juvenil (IDEJEN), ya intervino en el sitio, activo desde marzo de 2024. Según revela a AyiboPost, ha recibido numerosas denuncias de mujeres víctimas.
“En general, quienes se niegan a acostarse con los responsables tienen que luchar para tener derecho a sus kits”, afirma Prévilon.
Otra joven de 21 años encontrada en el centro afirma haber ido a la oficina dedicada a recoger un kit que una organización vino a llevar al campamento.
“Los miembros del comité que estaban haciendo la distribución se negaron a darme el mío sin ningún motivo”, dijo. Quise protestar alzando la voz, pero uno de ellos me agarró del cuello y luego me empujó antes de echarme”.
La joven de veinte años cree que fue brutalizada porque nunca aceptó las insinuaciones de estos hombres.
“En general, quienes se niegan a acostarse con los responsables tienen que luchar para tener derecho a sus kits”
– Guerda Prévilon
Otras dos señoras, aparentemente cincuentonas, corroboran las declaraciones de la joven, pues ellas también son agredidas habitualmente.
“Cuando nos pasa esto”, dice uno de ellos, “dicen que no somos tan viejos”.
Estos individuos ejercen un estricto control sobre el sitio.
En el Día Internacional de los Derechos de la Mujer y el Día de la Madre, IDEJEN tuvo que sacar a un centenar de víctimas del campo para distribuirles dinero y kits.
Esta medida era necesaria, según Prévilon, para garantizar que las mujeres recibieran la ayuda.
La mayoría de los desplazados que se niegan a tener relaciones sexuales para beneficiarse de los kits enviados al campo se ven obligados a comprarlos.
Según testimonios recogidos in situ, los miembros del comité reservan una parte sustancial de las ayudas para operaciones de venta.
Dependiendo de los productos, los precios varían entre 750 y 1.000 gourdes. También se necesitan quince gourdes para tener derecho a utilizar los baños.
Según las Naciones Unidas, la violencia de las pandillas desplazó internamente a 578.000 personas entre marzo y junio de 2024. La mayoría de las víctimas de la violencia se están refugiando en 96 sitios en la región metropolitana de Puerto Príncipe. La gran mayoría de estos sitios carecen de un mecanismo de gestión formal.
“Por ejemplo, los líderes de las bandas en la base de Delmas planifican de antemano los espacios donde las personas pueden refugiarse cuando ellos mismos las expulsan de sus casas”, testifica Guerda Prévilon de IDEJEN.
Son también las bandas las que instalan a los miembros de los comités de gestión de los campos “para que tengan un control global sobre todas las entradas y salidas, especialmente en lo que respecta a las distintas ayudas humanitarias”, continúa Prévilon.
Varias estructuras de apoyo a las víctimas se ven obligadas a negociar con los líderes de las pandillas para poder ayudar a los desplazados.
Los campos de Saint-Joseph, La Saline y Cité Soleil se ven afectados por este problema, según el director de prensa de IDEJEN, Oberde Charles.
En este contexto, el abuso sexual de mujeres y niños está aumentando.
Pierre Richard Jean-Baptiste, antiguo residente del municipio de Carrefour-Feuilles, afirma que abandonó el campo de Dumélin por este motivo. Además de los miembros del comité, “varias personas que eran simples civiles se unieron a los grupos armados. Ya no me sentía seguro”, afirma Jean-Baptiste.
El hombre acabó abandonando este campamento por el del Lycée Marie-Jeanne (LMJ) situado en el primer callejón sin salida Lavaud, en Puerto Príncipe.
Allí, el comité existente no es acusado de tener vínculos con pandilleros, pero sí es igualmente criticado.
Afortunadamente, la esposa de Jean-Baptiste encontró refugio en casa de unos familiares.
“Es difícil vivir lejos de ella”, confiesa el hombre. Pero venir aquí con mi esposa sería darles a estos depredadores sexuales una concubina más”.
Los casos de apropiación indebida de menores siguen acumulándose.
Los hombres del comité, pero también los del campo Lycée Marie-Jeanne en general, mantienen relaciones con chicas adolescentes, según IDEJEN y testigos.
Interrogado sobre el tema, el presidente del sitio, Steve Fleuranfils, lo niega todo rotundamente. “Aquí no hay casos de violencia sexual”, sostiene. Los miembros del comité también son víctimas. Nos reagrupamos para estructurarnos mejor y gestionar el campamento”.
Los trabajadores humanitarios entrevistados por AyiboPost abogan por una mejor organización por parte de las ONG locales e internacionales, así como por la recuperación de los territorios controlados por las bandas, para permitir que los desplazados regresen a sus hogares.